lunes, 22 de junio de 2015

El discurso del odio  como herramienta para ganar elecciones.

                 “Nadie aprende en cabeza ajena” 
Refrán popular.

Una de las debilidades de la democracia como sistema político, es que por principio le debe dar siempre la oportunidad de participar en su seno a formaciones, personas o grupos antidemocráticos, a esos que no creen en ella.  Y no sólo que no crean en la democracia, sino que manifiestamente se han mostrado en contra de la tolerancia, y el respeto por los demás.

En apenas horas de haber llegado al poder municipal de importantes ciudades españolas, la izquierda rabiosa, la antisistema, la sectaria, ha mostrado el estilo y las formas que nos esperan en los próximos años.

El pasado sábado 13 de junio, después del acto de investidura como alcaldesa del Ayuntamiento de Madrid de la Sra. Manuela Carmena, a la salida del acto, a Begoña Villací, vocera de Ciudadanos y a los demás miembros del grupo, los insultaron con toda clase de improperios, se los amenazó de muerte, entre empujones y al grito de “SÍ SE PUEDE”. Días después se conocieron los intolerables tuits antisemitas, del Concejal de AhoraMadrid, Guillermo Zapata; pasadas unas horas salió a flote la imputación de la vocera de AhoraMadrid, Rita Maestre, por haber entrado a protestar, semidesnuda en una capilla católica de la Universidad Complutense. En la misma semana, el nuevo Alcalde de Cádiz, José María González, más conocido como Kichi, de PODEMOS, apartó con cierto desprecio el crucifijo que estaba en la mesa donde se juramentó, luego quitó el retrato del Rey Juan Carlos I, que estaba en su despacho y lo sustituyó por el del anarquista Salvochea y ahora se niega a volver a izar la bandera de España en la plaza de Sevilla. Para concluir esta semana, el secretario general de Podemos en Castilla-La Mancha, José García Molina, ha parafraseado un fragmento del Manifiesto Comunista de Marx y Engels en el momento de prometer su cargo como diputado en las Cortes autonómicas.

Podríamos llenar varios folios con las “anécdotas” y escándalos protagonizados por los grupos de izquierda radical que han llegado a los gobiernos municipales y autonómicos, podríamos poner imágenes de cómo se han presentado a los actos de investidura en mangas de camisa y cholas, con sus piercings y tatuajes, rompiendo todo protocolo, para demostrar demagógicamente que ellos sí son gente sencilla, gente del pueblo…

Por supuesto, desde las tertulias periodísticas de los medios de comunicación afectos a la izquierda (por ejemplo La Sexta TV y Cuatro TV), se dice que la derecha recalcitrante está exagerando con la queja acerca de estos actos. Pablo Iglesias, el líder máximo de PODEMOS se atreve a comparar la protesta de Rita Maestre, la vocero de AhoraMadrid, con las protestas de Nelson Mandela frente al Apartheid. Para la izquierda rabiosa los delitos de los suyos no son tan delitos, sus corrupciones no son tales, y siempre las penas y castigos para los de la derecha deben ser ejemplares. Los periodistas progres, algunos, haciendo de tontos útiles, dicen que a estos nuevos gobernantes hay que darles el beneficio de la duda, los primeros 100 días para empezar a criticarles, que hay que ser tolerantes porque tienen poca experiencia mandando;  que ya está bien de acusarles de ser chavistas a lo venezolano…

A Begoña Villacís, el 13 de junio, las nuevas autoridades le sugirieron que salieran por la puerta de atrás del Ayuntamiento, para evitar que los grupos que estaban celebrando el triunfo de Manuela Carmena no la fueran a agredir. Afortunadamente la valentía se impuso y se negó.

El comunismo-socialismo, sobre todo el del Siglo XXI, sabe y practica que si no se tiene el poder militar para gobernar, entonces se trabaja sembrando la contradicción desde la base (Manifiesto Comunista), minando sus estructuras; luego usando el beneficio del voto para llegar al poder, y desde ahí acabar con la democracia y la división de poderes.

Sí, lo sé, España no es Venezuela, pero el PODEMOS de Pablo Iglesias sí se ha nutrido y se continúa nutriendo de la savia chavista. Claro está, el manual CastroChavistaMadurista de la franquicia dice que en los momentos electorales habrá que negar cien veces la vinculación.

En Venezuela como en España, la izquierda rabiosa ha seguido la misma estrategia, disfrazarse de Caperucita Roja, y lo peor es que los partidos de izquierda democrática (PSOE, AD, COPEI), allá como aquí, se han prestado para que la estrategia les funcione a los radicales, creyendo que ellos, por ser más experimentados y demócratas podrían controlar a los cabezas calientes chavistas podemistas.

Nos esperan días aciagos… España no es Venezuela, pero bien lo dice el refrán popular “Nadie aprende en cabeza ajena”.

Ojalá me equivoque, pero no me extrañaría ver dentro de unos meses una esquina caliente en Madrid o Barcelona, como la que existe en Caracas muy cerca del Congreso Nacional.

Eduardo Guerra B

Analista político y representante en España de la empresa Estudios y Organización Eugenio Escuela.

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