Acertar la acción en el
momento indicado, para ganar las elecciones.
“Nada es más difícil, y por lo tanto más
precioso, que ser capaz de decidir” Napoleón Bonaparte.
Cada campaña
electoral es única y diferente a todas las demás, no importa cuánta experiencia
se tenga en estas lides, ni los años que se tengan trabajando en comicios
electorales, cada elección es distinta, y aunque se parezcan mucho, hay que
tratar cada momento electoral como si fuera la primera vez. Y es que cada
formación política, según sea su circunstancia, elaborará una estrategia que
influenciará en la de los otros partidos políticos, las coyunturas nunca serán
las mismas, los objetivos de los adversarios cambian, los recursos financieros
varían, y algunos tienen más tiempo que otros para desarrollar sus tácticas y
estrategias.
Pero a pesar
de esto, sí podríamos decir que hay una serie de recomendaciones metodológicas
que se deberían tomar en cuenta para manejar con éxito los tiempos de la
campaña, y es que obtener resultados eficaces del “time electoral” obliga a
trabajar por etapas bien definidas en el tiempo, para poder aplicar los
contenidos justos en cada una estas etapas.
La columna
vertebral de cada campaña se monta sobre el cómo, cuándo y por qué la gente
decide su voto; y todos no deciden al mismo tiempo, unos primeros y otros
después. Los electores más interesados en la política, suelen ser los más
informados y tienden a participar más, y por esa razón deciden su voto
prontamente, muy lejos del día de las votaciones. Por el contrario, los menos
interesados en política y menos informados, casi siempre deciden su voto al
final de la campaña, prácticamente la misma semana de las elecciones.
Aceptando que la
gran masa de electores no es homogénea, los postulados o mensajes tienen que
elaborarse para cada grupo, por lo que la segmentación es el método a aplicar.
El secreto de la eficacia máxima en la obtención del voto, es lograr comunicar
el mensaje en el momento en el cual estos públicos segmentados procesan su
decisión de por quién van a votar.
Saber
combinar las acciones y estrategias en cada una de las etapas resulta esencial,
de tal manera que se necesita seguir al menos con cierto rigor las fórmulas o
recetas probadas.
1ra Etapa: El
arranque de la campaña. En esta etapa se atiende a los electores más
interesados e informados del acontecer político. Se busca a los líderes o
referentes de opinión, se habla con los dirigentes políticos, se reafirman los
militantes y se trabaja sobre lo conocido como el voto duro. Soltar el
argumentario (ideología, programas) es lo esencial, poner en práctica la
persuasión racional, para afianzar el primer impacto. La forma más idónea de
llegarle a este público es a través de la prensa por su facilidad para
presentar el argumentario extenso y detallado de las ideas, programas e
ideología. Se complementa con la radio dada la rapidez e influencia para
transmitir la filosofía de la propuesta electoral a través de las tertulias y
noticieros; la televisión para darle un alto impacto desde el inicio; los
mailing list por su comprobada eficacia argumentaria; las redes sociales
(facebook, twitter y otros) por su gran poder de virilizar el mensaje;
reuniones con grupos o asociaciones gremiales con el candidato, y finalmente un
gran acto de inicio de campaña para darle importancia a la propuesta.
2da Etapa: A
mitad de campaña. En esta etapa toca ocuparse de los simpatizantes y
personas neutras, pero aceptablemente informadas, cuya educación formal sea
media-alta, que se ubiquen en los grupos etarios de clase media, media baja. A
este público es importante presentarles argumentos racionales, pero con toques
de emoción, intentando que la persuasión tenga menos orientación política, e
incluso usando el humor como efecto de seducción. Para transmitir el mensaje,
se debe usar la prensa, pero con menos intensidad; la radio como el medio más
importante para fijar los conceptos; la
TV de forma moderada con un spot que seduzca; las redes
sociales con mucha intensidad para tratar de intimar con el elector; las
reuniones en grupos bien segmentados (jóvenes, pequeños y medianos empresarios,
mujeres, etc.) y finalmente un acto público de soporte y mantenimiento.
3ra Etapa: El
final de la Campaña. En esta fase
crucial, es cuando se hará todo el énfasis para llegarle a las personas
desinteresadas de la política, aquellas desinformadas, que participan poco.
Regularmente, de clase media hacia abajo, los jóvenes que votan por primera
vez, los más viejos, y todo público que tenga poca exposición a los medios,
como las pequeñas poblaciones rurales. El mensaje es general, con poco
contenido argumental, no políticos, donde la imagen y la emoción es lo más
relevante, dar sensación de triunfo y de poder y ensalzar la imagen del
candidato. La prensa queda sólo como soporte y para mostrar el éxito de la
campaña. La TV es
el medio central, con contenidos de imagen, sintonías musicales, muy
emocionales, no argumentales, no políticos y esperanzadores. Las vallas
públicas cobran importancia como factor de posicionamiento y recordación; la
radio sigue siendo importante, pero variando el mensaje, casi que como
complemento de la TV. Las
redes sociales viven su momento cúspide, y un acto final de cierre, popular,
que muestre poder y triunfo, dejando sensación de victoria.
En resumen,
la receta sería: Iniciar la campaña con lo argumental-programático y terminar
siempre en lo emocional y personalización. Evitar hacer campañas negativas o
sucias en la tercera etapa, hacer un cronograma escrito para medir bien los
tiempos y finalmente aplicar la formula: Mensaje + Grupos Objetivos + Medios +
Tiempos.
Eduardo
Guerra B
Analista político y representante en España de la
empresa Estudios y Organización Eugenio Escuela.
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