¿El candidato con carisma, nace o se
hace?
“El fundamento del liderazgo no
es el carisma personal, sino el carácter. El carisma no tiene nada que ver con
lo que hace que el líder sea eficaz. El liderazgo no tiene que ver con la
posesión de una personalidad encantadora y llamativa, una gran sonrisa o una
voz de terciopelo. Lo que sí se necesita es carácter y credibilidad. El
liderazgo es influencia, y sin credibilidad, su influencia no irá muy
lejos.” Rick Warren
En tiempos
electorales, cuando los candidatos son los principales protagonistas de las
campañas, para los estrategas, publicistas y planificadores es muy importante
determinar si su candidato tiene carisma o no. Porque dependiendo de este
factor, la orientación del trabajo para construir la imagen del candidato puede
llegar a ser diametralmente opuesta.
Entendiendo
que existen varios tipos de personajes carismáticos que provienen de distintos
ámbitos, podríamos decir que los que provienen del mundo religioso, militar y
político suelen ser los que más logran trascender con sus mensajes y decisiones
en las grandes masas. En el pasado estos personajes, asumiendo el liderazgo de
sus comunidades, regiones o países, y apoyándose en su carisma, se daban a
conocer en el contacto cara a cara con su público, en procesiones, batallas,
caminatas y mítines.
En el Siglo XX con la aparición de la radio, el cine y la
televisión, los alcances, proyecciones y difusión del mensaje de estos líderes,
se multiplicó por miles. Hoy por hoy en pleno Siglo XXI, con la aparición de Internet y de las redes sociales, el mensaje, la imagen y la personalidad de
éstos se sigue multiplicando y sobre todo a una gran velocidad.
Pero
concentrándonos en los líderes políticos, convertidos en candidatos, nos toca
analizar si para ser un buen candidato se necesita tener carisma o no. Y la
conclusión es que sí, admitiendo que hay mandatarios que no tiene ni una pizca
de carisma y aún así llegaron al poder.
Es indudable
que si una persona es locuaz, simpática, gregaria, extrovertida, persuasiva,
alegre, motivadora, y encima guapa, alta y de buen porte y voz agradable, ya
tiene más de la mitad de la batalla ganada, pero resulta que no es fácil reunir
todas estas características y adicionalmente tener formación universitaria, y
por encima de todo, ser notablemente inteligente.
Siendo así,
la pregunta es: ¿Si el candidato no es carismático, se le puede formar para que
lo sea? Y la respuesta es que sí.
Posiblemente
alguien que padece de anti-carisma, costará mucho hacerlo cambiar, pero
teniendo algunos de los elementos necesarios para liderar, con un buen asesor o
estratega electoral, seguramente podrá ir creciendo y mejorando poco a poco,
hasta convertirse en un personaje con carisma, capaz de transformarse en un
líder poderoso.
De la España contemporánea podríamos
citar a varios políticos carismáticos que han dejado huella para la historia,
como es el caso del Rey Juan Carlos,
Adolfo Suárez, Felipe González, y posiblemente Santiago Carrillo, José
María Aznar y Jordi Pujol.
En la
actualidad española, creo que es un tanto difícil identificar otros líderes
carismáticos, y seguramente será porque están plena formación.
En el mundo
han existido y existen grandes líderes carismáticos, de derecha y de izquierda,
dictadores y demócratas, populistas y demagogos, intelectuales y
empíricos, teóricos y pragmáticos,
honestos y deshonestos, de todo lo que
se produce en nuestra sociedad. Por nombrar algunos, Hitler, Mussolini, De
Gaulle, Fidel Castro, Gandhi, Mandela, Perón, Hugo Chávez, Margaret Thatcher,
Kennedy, Clinton, Obama, etcétera, etcétera.
Habría que
preguntarse si un personaje como Pablo Iglesias, es un líder con carisma,
porque de momento se proyecta como la antítesis del político tradicional en
todos los sentidos. ¿Si llegara a ser Presidente del Gobierno, se quitará la
coleta?
Finalmente
toca advertir que a pesar de que vivimos en un sistema democrático, no estamos
fuera de peligro de manifestaciones populistas y demagogas, de izquierda o de
derecha, neofascistas de grupos extremistas que utilizan formas de carisma
antidemocrático. Los jóvenes son muy susceptibles a los efluvios carismáticos, y
la gente que la está pasando mal, también.
Así, para
concluir, diremos que aunque el candidato tenga mucho carisma, no por eso se
garantiza que será un buen mandatario, un gran líder.
Eduardo Guerra B.
Analista
Político, y representante en España de la empresa Estudios y Organización
Eugenio Escuela.
Twitter: @eduardoguerrab
Eduardo Guerra B
Twitter: @eduardoguerrab
Eduardo Guerra B
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