martes, 3 de febrero de 2015

¿El candidato con carisma, nace o se hace?

“El fundamento del liderazgo no es el carisma personal, sino el carácter. El carisma no tiene nada que ver con lo que hace que el líder sea eficaz. El liderazgo no tiene que ver con la posesión de una personalidad encantadora y llamativa, una gran sonrisa o una voz de terciopelo. Lo que sí se necesita es carácter y credibilidad. El liderazgo es influencia, y sin credibilidad, su influencia no irá muy lejos.”                                                                                                                                   Rick Warren

En tiempos electorales, cuando los candidatos son los principales protagonistas de las campañas, para los estrategas, publicistas y planificadores es muy importante determinar si su candidato tiene carisma o no. Porque dependiendo de este factor, la orientación del trabajo para construir la imagen del candidato puede llegar a ser diametralmente opuesta.

Entendiendo que existen varios tipos de personajes carismáticos que provienen de distintos ámbitos, podríamos decir que los que provienen del mundo religioso, militar y político suelen ser los que más logran trascender con sus mensajes y decisiones en las grandes masas. En el pasado estos personajes, asumiendo el liderazgo de sus comunidades, regiones o países, y apoyándose en su carisma, se daban a conocer en el contacto cara a cara con su público, en procesiones, batallas, caminatas y mítines.

En el Siglo XX con la aparición de la radio, el cine y la televisión, los alcances, proyecciones y difusión del mensaje de estos líderes, se multiplicó por miles. Hoy por hoy en pleno Siglo XXI, con la aparición de Internet y de las redes sociales, el mensaje, la imagen y la personalidad de éstos se sigue multiplicando y sobre todo a una gran velocidad.

Pero concentrándonos en los líderes políticos, convertidos en candidatos, nos toca analizar si para ser un buen candidato se necesita tener carisma o no. Y la conclusión es que sí, admitiendo que hay mandatarios que no tiene ni una pizca de carisma y aún así llegaron al poder.

Es indudable que si una persona es locuaz, simpática, gregaria, extrovertida, persuasiva, alegre, motivadora, y encima guapa, alta y de buen porte y voz agradable, ya tiene más de la mitad de la batalla ganada, pero resulta que no es fácil reunir todas estas características y adicionalmente tener formación universitaria, y por encima de todo, ser notablemente inteligente.

Siendo así, la pregunta es: ¿Si el candidato no es carismático, se le puede formar para que lo sea?  Y la respuesta es que sí.

Posiblemente alguien que padece de anti-carisma, costará mucho hacerlo cambiar, pero teniendo algunos de los elementos necesarios para liderar, con un buen asesor o estratega electoral, seguramente podrá ir creciendo y mejorando poco a poco, hasta convertirse en un personaje con carisma, capaz de transformarse en un líder poderoso.

De la España contemporánea podríamos citar a varios políticos carismáticos que han dejado huella para la historia, como es el caso del Rey Juan Carlos,  Adolfo Suárez, Felipe González, y posiblemente Santiago Carrillo, José María Aznar y Jordi Pujol.

En la actualidad española, creo que es un tanto difícil identificar otros líderes carismáticos, y seguramente será porque están plena formación.

En el mundo han existido y existen grandes líderes carismáticos, de derecha y de izquierda, dictadores y demócratas, populistas y demagogos, intelectuales y empíricos,  teóricos y pragmáticos, honestos y  deshonestos, de todo lo que se produce en nuestra sociedad. Por nombrar algunos, Hitler, Mussolini, De Gaulle, Fidel Castro, Gandhi, Mandela, Perón, Hugo Chávez, Margaret Thatcher, Kennedy, Clinton, Obama, etcétera, etcétera.

Habría que preguntarse si un personaje como Pablo Iglesias, es un líder con carisma, porque de momento se proyecta como la antítesis del político tradicional en todos los sentidos. ¿Si llegara a ser Presidente del Gobierno, se quitará la coleta?

Finalmente toca advertir que a pesar de que vivimos en un sistema democrático, no estamos fuera de peligro de manifestaciones populistas y demagogas, de izquierda o de derecha, neofascistas de grupos extremistas que utilizan formas de carisma antidemocrático. Los jóvenes son muy susceptibles a los efluvios carismáticos, y la gente que la está pasando mal, también.

Así, para concluir, diremos que aunque el candidato tenga mucho carisma, no por eso se garantiza que será un buen mandatario, un gran líder.

Eduardo Guerra B.
Analista Político, y representante en España de la empresa Estudios y Organización Eugenio Escuela.

Twitter: @eduardoguerrab 

Eduardo Guerra B


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