¿Ganar elecciones con la clásica pegada de carteles, o profundizar la
Telecracia y la Twittercracia?
“En política sólo triunfa quien pone la vela
donde sopla el aire; jamás
quien pretende que sople el aire donde pone vela”
Antonio Machado (Poeta español, 1875-1939)
Antonio Machado (Poeta español, 1875-1939)
Sin lugar a
dudas, la democracia moderna se ha masificado en todo el mundo gracias a la utilización
de los Mass Media (prensa, cine, vallas, radio y televisión), y es que sería
muy difícil imaginarse la vida política sin la utilización de estos medios de
comunicación. No hay
mitin o acto de partido, no existe la intervención de un parlamentario o la actuación
de un miembro del Gobierno, o de la oposición, que no se realice sin tomar en
cuenta su repercusión en la opinión pública.
No sería una exageración decir, que cuando se acercan las
elecciones, los partidos y sus líderes, actúan condicionados por el posible “Titular
de Cabecera” del día siguiente. Y es que la influencia de los medios de comunicación,
que alcanza su máximo grado tratándose de la televisión y su relevancia como
fuente de información política, es innegable en la sociedad contemporánea.
Y nos preguntamos, ¿Es solo la propaganda y la información
que se transmite por televisión, la que convence y mueve masas? ¿Quedaron
obsoletas las clásicas pegadas de carteles y las campañas puerta a puerta?
¿Están demodé los mítines y las grandes concentraciones?
Al parecer sí. Al menos para los grandes partidos de statu
quo.
Ahora bien, son tantos los factores que determinan quien
puede ganar o perder unas elecciones, que hoy por hoy el solo uso de los Mass
Media, no garantiza el éxito.
De hecho, la prohibición en España de pautar en la Televisión
(pública y privada) propaganda electoral en las campañas, hace que cada día más
se les compliquen las estrategias a los distintos grupos políticos. Como
compensación, en las televisoras y radios públicas, la Junta Electoral Central
o la Regional, les asigna a todos los partidos políticos, proporcionalmente (supuestamente),
una serie de espacios para transmitir sus piezas electorales, dándole más
minutos a los grandes partidos, en consideración al número de representantes
que hayan conseguido en las elecciones anteriores. Por supuesto, en cada
campaña surgen las quejas de los partidos de la oposición, denunciando al partido,
o los partidos que controlan el medio público, de abuso de poder y de falta de
equidad del director del medio.
Por otro lado, lo que no han podido regular los entes
electorales, es lo referido al manejo de los espacios informativos, tanto en
los medios públicos como privados, dado el argumento cierto de la libertad de
expresión y el derecho de información del electorado. Este es otro factor de
choque continuo entre la oposición y el partido de gobierno, debido a que casi
siempre se privilegia con más minutos y mejores horarios, las actividades del
grupo gobernante. De momento solo les queda a las autoridades electorales,
recomendarle a los medios radioeléctricos, la ética, en aras de la igualdad,
neutralidad y la pluralidad.
Si a todo lo anterior se le suma, las regulaciones y
limitaciones que existen para la entrega de las contribuciones económicas de
los particulares a los partidos políticos, tenemos entonces un sistema que le
hace difícil las acciones de campaña electoral a los grandes partidos, y una subsistencia
casi imposible a las pequeñas formaciones. Claro está, que como dice el dicho “Quien
hace la ley, hace la trampa” de ahí la existencia de una serie de fundaciones
creadas por los partidos para poder recibir las donaciones y contribuciones de
sus simpatizantes.
Finalmente, habría que destacar como un hándicap de los Mass
Media, su alto costo económico, factor que determina que solo los partidos
grandes hagan uso de estos.
No obstante todas las trabas, vemos casi con asombro la
irrupción del partido PODEMOS, que siendo prácticamente unos desconocidos, sin
tener grandes recursos económicos, están logrando día a día, captar más simpatizantes,
con la característica de que esos simpatizantes se convierten en militantes
aguerridos, y altamente comprometidos con sus líderes. ¿Y qué fue lo que hicieron?
Pues, segmentaron muy bien su mercado, su público, sus mensajes. Están
diciéndole a la gente lo que la gente quiere oír. Sin importarles si es demagogia
o no, sin preocuparse si podrán cumplir o no.
Utilizaron muy bien los abundantes espacios informativos
(Tertulias y telediarios) que les brindaron varios medios privados (obviamente
parcializados) que los catapultó a niveles que ellos mismos no se imaginaron.
Por otro lado, jerarquizaron su presencia en las redes sociales; las han
manejado con tanto acierto e inteligencia, que ninguno de los partidos grandes,
hoy por hoy los pueden igualar en penetración y capacidad de movilización de
sus militantes a través de las redes, en especial de Twitter. Adicionalmente,
están conformando los Círculos Podemos (Recordar los Círculos Bolivarianos de
Chávez) utilizando la campaña directa, el puerta a puerta tradicional.
Viendo todos estos movimientos y la velocidad con la que lo
hacen, no queda otra cosa que admitir que la Democracia deviene en Telecracia,
y que en tan solo unos años, quizás meses, terminará denominándose Twiteercracia.
En conclusión, la televisión ayuda, y mucho, pero sola no
hace milagros. Es saber usar con equilibrio todas las técnicas electorales;
pegadas de cartel, campañas puerta a puerta, mítines, marchas y visitas a los
barrios, darle la mano y saludar al votante, engrasar y motivar bien la
estructura del partido, usar los Mass Media y saber usar y darle importancia,
mucha importancia, a internet y las redes sociales.
Eduardo Guerra B
Analista político y representante en España de la empresa
Estudios y Organización Eugenio Escuela.
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