lunes, 25 de agosto de 2014


El Discurso boomerang de la anti-política, o como suicidarse poco a poco…                                                                                                                                                                                                                             
                                                                               “No podemos permitir que la España democrática, moderna y europea, se convierta en la puta triste de Fidel.”
Mario Vargas Llosa.

Cada día más se escucha en la calle, en las colas de las cajas de los automercados, en los taxis, en las peluquerías, en los bares, en los telediarios y tertulias de los medios de comunicación  radioeléctricos, en las columnas de los medios impresos y digitales, en las redes sociales, y pare Ud. de contar: “Que todos los políticos son unos corruptos”, “Que no vale la pena ir a votar”, “Que solo miran por sus intereses”, “Que se olvidan del votante al otro día de las elecciones”, “Que solo les ve la cara para pedirnos el voto”, y así… podría rellenar los dos folios de este artículo, solo con frases y pensamientos negativos que atentan continuamente contra la democracia  y sus actores, “los electores y sus elegidos”.
Y es que los primeros que han alentado a la sociedad a tomar esta peligrosa postura, son los políticos tradicionales, que en cada campaña electoral se dedican a hablar mal del adversario, a sacar los trapos sucios del contrincante, en resumen lo que se conoce en España como el  “y tú más”
Pero, ¿De dónde nace este discurso? ¿Es ciento por ciento verdad? ¿La democracia está perdida?
Lo primero que tendríamos que decir, y creo que en eso coincide la mayoría, es que no debemos generalizar, no todos los políticos son unos mamones e  irresponsables. Sabemos que en todos los grupos humanos hay de todo, gente buena y gente mala, los hay en las iglesias de todas las religiones, en el deporte, en el mundo empresarial, en los sindicatos, entre los periodistas, entre los abogados, en la policía y los militares,  en la comunidad del edificio, etc. Siempre habrá esa manzana podrida que daña la imagen y la reputación de su gremio o comunidad.
El discurso de la anti-política tiene gran parte de su origen en las dictaduras (de izquierdas y de derechas) que para justificarse han sembrado en la gente, la idea que la democracia es débil, que aquel que no se mete en política vive tranquilo, etcétera, etcétera. En España todavía está vivo el recuerdo de la dictadura franquista.
Otra fuente de discurso anti-político nace en algunas ocasiones del liberalismo ortodoxo, en tanto y en cuanto, se vende la idea que solo los tecnócratas, los profesionales universitarios graduados en las más famosas universidades, los profesionales cum laude, son los únicos que deberían mandar y administrar los bienes de la sociedad.
Un gran peso en el discurso malévolo lo tienen los grupos políticos (de izquierda y de derecha) que recientemente han irrumpido en la escena europea, y que en España tienen a su principal representante en la gente de PODEMOS, los de Pablo Iglesias, los Pablemos. Su principal basa, es el caldo de cultivo de pobreza que ha generado la crisis económica, los desahucios, el movimiento de los indignados, y la corrupción política millonaria. Estos son apoyados por grupos humanos que con razón están cabreados, y que son presa fácil de la demagogia más barata e indecente.  Lo más triste e incompresible, es que Podemos crece de forma vertiginosa al abrigo de ciertos medios de comunicación, muy potentes, que usualmente le brindan apoyo a todos los partidos con cierta posibilidad, como una inversión a futuro, a los que pretenden cobrar en favores cuando estos lleguen al poder. Y ejemplos de esto sobran en el mundo. Yo personalmente lo vi y lo viví en Venezuela con Hugo Chávez.
Finalmente me atrevería a decir, que estamos atrapados en un sentimiento de frustración y desengaño que flota en todo el país, que se ha traducido en un peligroso discurso anti-político que amenaza con derribar las columnas institucionales de nuestra democracia. Día a día aumentan las voces que despotrican igual contra los partidos, contra los políticos, los órganos legislativos, los jueces de todos los niveles y si la coyuntura lo permite y los ánimos lo aconsejan, contra otras instituciones como la Casa Real, que fueron frutos esenciales de la propia transición, así como las instituciones electorales y las comisiones de derechos humanos.
La solución a todo este desaguisado político no es barrer y meter debajo de la alfombra todos los casos de corrupción, ni guardar silencio cómplice. La verdadera solución es más y mejor democracia. Que a los políticos se les exija un baremo mínimo para poder ser candidatos, hacer muchas elecciones primarias, hasta para elegir al jefe de la policía del pueblo, que los poderes públicos sean realmente independientes, que los jueces sean elegidos por votación y no por las cúpulas de los partidos, que la justicia sea rápida y oportuna; que Iñaki Urdangarin y la hermana del Rey Felipe VI paguen por su ambición, que Bárcenas y sus cómplices paguen sus fechorías, que la corrupción de los ERE de Andalucía no quede impune, que la familia Pujol pague con cárcel todo el robo y el engaño al pueblo catalán y español, en definitiva que la justicia sea para todos, y en democracia es posible, todos estos casos tarde o temprano se juzgarán.   
Se esta poniendo en jaque el entramado institucional de la democracia, independientemente de las intenciones genuinas o no de los promotores del discurso, porque no existe sistema democrático sin instituciones representativas u órganos de garantía, no puede haber democracia sin partidos políticos.
Todavía estamos a tiempo, es responsabilidad de los electores y los elegidos salvar la democracia. Sabemos que no es perfecta, que se cometen muchos errores en su nombre, pero también sabemos que la democracia es perfectible.
Cuando se pregunte por quien votar, y se diga que no sabe si votará, porque todos los políticos son iguales, vote entonces por el menos malo, pero no deje de ejercer su voto. Votar es un derecho, pero también es un deber. Y no basta con votar e irnos a la casa pasivamente. Toca salir a la calle y exigirles a los representantes electos su buen desempeño.
La democracia es tan noble como sistema, que permite que grupos demagógicos puedan llegar al poder subiéndose en los hombros democráticos, para una vez que llegan, saber aprovecharse de los derechos que esta le da, y luego destruirla.                                                                                                                                     
No dejemos que el “homo anti-politicus” se nos imponga, tan solo porque estamos cansados y decepcionados, no nos dejemos seducir por discursos pseudo revolucionarios.
Seguir ensalzando así las fallas de los políticos maulas, es la táctica de los demagogos de nuevo cuño para atacar a la democracia.                                                                                                                                         
Seguir alentando este discurso boomerang, es contribuir a que gente como PODEMOS siga creciendo, es seguir ingenuamente, poco a poco, el camino del suicidio institucional.                                                                                                                                                 
                                                                                                                       
     Eduardo Guerra B                                                                                     

         Analista Político y representante en España de la empresa Estudios y Organización Eugenio Escuela.
25-08-14

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