El Discurso boomerang de la anti-política, o como suicidarse poco a
poco…
“No podemos permitir que la España
democrática, moderna y europea, se convierta en la puta triste de Fidel.”
Mario Vargas Llosa.
Cada día más
se escucha en la calle, en las colas de las cajas de los automercados, en los
taxis, en las peluquerías, en los bares, en los telediarios y tertulias de los
medios de comunicación radioeléctricos,
en las columnas de los medios impresos y digitales, en las redes sociales, y pare
Ud. de contar: “Que todos los políticos son unos corruptos”, “Que no vale la
pena ir a votar”, “Que solo miran por sus intereses”, “Que se olvidan del
votante al otro día de las elecciones”, “Que solo les ve la cara para pedirnos
el voto”, y así… podría rellenar los dos folios de este artículo, solo con
frases y pensamientos negativos que atentan continuamente contra la democracia y sus actores, “los electores y sus elegidos”.
Y es que los
primeros que han alentado a la sociedad a tomar esta peligrosa postura, son los
políticos tradicionales, que en cada campaña electoral se dedican a hablar mal
del adversario, a sacar los trapos sucios del contrincante, en resumen lo que
se conoce en España como el “y tú más”
Pero, ¿De dónde
nace este discurso? ¿Es ciento por ciento verdad? ¿La democracia está perdida?
Lo primero
que tendríamos que decir, y creo que en eso coincide la mayoría, es que no
debemos generalizar, no todos los políticos son unos mamones e irresponsables. Sabemos que en todos los
grupos humanos hay de todo, gente buena y gente mala, los hay en las iglesias
de todas las religiones, en el deporte, en el mundo empresarial, en los
sindicatos, entre los periodistas, entre los abogados, en la policía y los
militares, en la comunidad del edificio,
etc. Siempre habrá esa manzana podrida que daña la imagen y la reputación de su
gremio o comunidad.
El discurso
de la anti-política tiene gran parte de su origen en las dictaduras (de
izquierdas y de derechas) que para justificarse han sembrado en la gente, la
idea que la democracia es débil, que aquel que no se mete en política vive
tranquilo, etcétera, etcétera. En España todavía está vivo el recuerdo de la
dictadura franquista.
Otra fuente
de discurso anti-político nace en algunas ocasiones del liberalismo ortodoxo,
en tanto y en cuanto, se vende la idea que solo los tecnócratas, los
profesionales universitarios graduados en las más famosas universidades, los
profesionales cum laude, son los únicos que deberían mandar y administrar los
bienes de la sociedad.
Un gran peso
en el discurso malévolo lo tienen los grupos políticos (de izquierda y de
derecha) que recientemente han irrumpido en la escena europea, y que en España
tienen a su principal representante en la gente de PODEMOS, los de Pablo
Iglesias, los Pablemos. Su principal basa, es el caldo de cultivo de pobreza
que ha generado la crisis económica, los desahucios, el movimiento de los
indignados, y la corrupción política millonaria. Estos son apoyados por grupos
humanos que con razón están cabreados, y que son presa fácil de la demagogia
más barata e indecente. Lo más triste e
incompresible, es que Podemos crece de forma vertiginosa al abrigo de ciertos
medios de comunicación, muy potentes, que usualmente le brindan apoyo a todos
los partidos con cierta posibilidad, como una inversión a futuro, a los que
pretenden cobrar en favores cuando estos lleguen al poder. Y ejemplos de esto
sobran en el mundo. Yo personalmente lo vi y lo viví en Venezuela con Hugo
Chávez.
Finalmente
me atrevería a decir, que estamos atrapados en un sentimiento de frustración y
desengaño que flota en todo el país, que se ha traducido en un peligroso
discurso anti-político que amenaza con derribar las columnas institucionales de
nuestra democracia. Día a día aumentan las voces que despotrican igual contra
los partidos, contra los políticos, los órganos legislativos, los jueces de
todos los niveles y si la coyuntura lo permite y los ánimos lo aconsejan,
contra otras instituciones como la Casa Real, que fueron frutos esenciales de
la propia transición, así como las instituciones electorales y las comisiones
de derechos humanos.
La solución
a todo este desaguisado político no es barrer y meter debajo de la alfombra
todos los casos de corrupción, ni guardar silencio cómplice. La verdadera
solución es más y mejor democracia. Que a los políticos se les exija un baremo
mínimo para poder ser candidatos, hacer muchas elecciones primarias, hasta para
elegir al jefe de la policía del pueblo, que los poderes públicos sean
realmente independientes, que los jueces sean elegidos por votación y no por
las cúpulas de los partidos, que la justicia sea rápida y oportuna; que Iñaki
Urdangarin y la hermana del Rey Felipe VI paguen por su ambición, que Bárcenas
y sus cómplices paguen sus fechorías, que la corrupción de los ERE de Andalucía
no quede impune, que la familia Pujol pague con cárcel todo el robo y el engaño
al pueblo catalán y español, en definitiva que la justicia sea para todos, y en
democracia es posible, todos estos casos tarde o temprano se juzgarán.
Se esta
poniendo en jaque el entramado institucional de la democracia,
independientemente de las intenciones genuinas o no de los promotores del
discurso, porque no existe sistema democrático sin instituciones representativas
u órganos de garantía, no puede haber democracia sin partidos políticos.
Todavía
estamos a tiempo, es responsabilidad de los electores y los elegidos salvar la
democracia. Sabemos que no es perfecta, que se cometen muchos errores en su
nombre, pero también sabemos que la democracia es perfectible.
Cuando se
pregunte por quien votar, y se diga que no sabe si votará, porque todos los
políticos son iguales, vote entonces por el menos malo, pero no deje de ejercer
su voto. Votar es un derecho, pero también es un deber. Y no basta con votar e
irnos a la casa pasivamente. Toca salir a la calle y exigirles a los
representantes electos su buen desempeño.
La
democracia es tan noble como sistema, que permite que grupos demagógicos puedan
llegar al poder subiéndose en los hombros democráticos, para una vez que llegan,
saber aprovecharse de los derechos que esta le da, y luego destruirla.
No dejemos
que el “homo anti-politicus” se nos imponga, tan solo porque estamos cansados y
decepcionados, no nos dejemos seducir por discursos pseudo revolucionarios.
Seguir
ensalzando así las fallas de los políticos maulas, es la táctica de los
demagogos de nuevo cuño para atacar a la democracia.
Seguir
alentando este discurso boomerang, es contribuir a que gente como PODEMOS siga
creciendo, es seguir ingenuamente, poco a poco, el camino del suicidio
institucional.
Eduardo Guerra B
Analista
Político y representante en España de la empresa Estudios y Organización
Eugenio Escuela.
25-08-14
No hay comentarios:
Publicar un comentario