Crónica de una disolución anunciada,
el UPyD de Rosa Díez.
La soberbia nunca baja de donde
sube, pero siempre cae de donde subió.
Francisco De Quevedo.
Pronosticar la disolución del partido UPyD ya no es un acto de adivinos o profetas, con sólo ver los acontecimientos que se suceden unos tras otros, le facilita a cualquier observador, acertar que después de mayo 2015, ya ese partido no existirá, al menos no como lo conocimos hasta el día de las elecciones andaluzas.
Y es una verdadera lástima, porque sin duda, Rosa Díez, logró formar un equipo humano de categoría, gente seria y preparada, que se atrevieron a desafiar al bipartidismo, consiguiendo tener presencia en toda España y ser la esperanza democrática para obligar al PSOE y al PP a retroceder en sus prácticas clientelares y corruptas.
Pero su líder fundadora no fue capaz de visualizar el cambio que se venía en el escenario político. La crisis movió a la gente, y un gran porcentaje del electorado, que aspira un cambio verdadero, se consiguió con dos partidos emergentes, PODEMOS y Ciudadanos; partidos que han tenido la suerte de aparecer justo en este momento. Y si estos dos benjamines le están haciendo mucho daño al PP y al PSOE, qué no le harán a un pequeño partido como UPyD. Toca admitir que ninguno de los grandes partidos tampoco pudo pronosticar la aparición de estos emergentes, y siendo así, sería injusto pedirle a Rosa Díez que tuviera que adivinarlo, pero lo triste es que a ella le ofrecieron varias veces la posibilidad de unirse con C´s, incluso en diciembre de 2014. ¿Es que Rosa Díez no leyó todas las encuestas de lo que pasaría en Andalucía?
Ciudadanos es para UPyD, lo que es PODEMOS para Izquierda Unida, quieran o no, han sido fagocitados, y por más que se resistan, los resultados en las elecciones por venir serán la tapa del ataúd que lo terminará de enterrar.
Ser un líder responsable es saber parar a tiempo, y darles paso a otros que cuenten con el apoyo de los votantes, y esta regla es aplicable a líderes de grandes o pequeños partidos. Podríamos decir que este consejo se le debería aplicar a Mariano Rajoy, pero no es lo mismo ser el Presidente del país y ejercer todo el poder, que ser la líder de UPyD, un pequeño partido de oposición, gobernado por una Presidenta cuestionada por gran parte de sus compañeros de dirección. El problema es la megalomanía, ese pecado capital que sufren algunos líderes que se niegan a dejar el poder, esos que se aferran al asiento con garras y con locura, al punto de acabar con la organización que ayudaron a formar. Son muchos los casos; aquí mismo en Canarias toca recordar eventos recientes como el del Bravo de Laguna, en Gran Canarias; Casimiro Curbelo, en
Acusar a sus compañeros de transfuguismo, echarle la culpa a Albert Rivera de hacer una OPA hostil contra UPyD, decir que un partido catalán no va a venir a decirle a ella lo que se debe hacer, es parte de los errores cometidos por Rosa Díez.
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