¿Si las elecciones fueran hoy?
¿Cuál encuestadora ganaría…?
¿Cuál encuestadora ganaría…?
“Las encuestas son esenciales pero no hay que dejarse engañar por ellas”
JOSEPH NAPOLITAN (Consultor Político Norteamericano,
1929 - 2013)
El prestigioso consultor político, Joseph Napolitan, quien
trabajó en más de 100 campañas electorales de ámbito internacional y fundamentalmente
en los EEUU, al que le atribuyen haber llevado a Kennedy a la presidencia,
decía:
“La única razón práctica para hacer
una encuesta es obtener información que ayude a ganar las elecciones. Si la
encuesta no va a hacerlo, es mejor gastar el dinero en otra cosa. Quizás la
información menos importante de una encuesta es la de quién va por delante en un
momento dado. No se puede dirigir una campaña sin encuestas adecuadas, pero no
se puede depender exclusivamente de ellas. Tampoco hay que hacerlas públicas a
menos de que haya una rara y extremada buena razón para hacerlo”
En todos los países en donde se practica la democracia, en
tiempos de campaña electoral, es muy común oír decir, “Yo no creo en las
encuestas”, pero esta afirmación, no solo se le oye a la gente en la calle; los
primeros en decirlo son aquellos políticos que ya saben que van perdiendo
verdaderamente. Como contra-parte, también se escucha decir “Yo creo en las
encuestas” pero muchas veces lo hacen solo si es su candidato el que va adelante.
Para ser justos, es verdad que en las estrategias
electorales, en más de una ocasión se han utilizado y divulgado encuestas
amañadas, con el único objetivo de desmoralizar al competidor y a quiénes lo
apoyan. La otra razón para difundir encuestas falsas, está basada en la
creencia (también falsa), que la mayoría de la gente siempre quiere jugar a
ganador, y así manipular a la opinión pública. Como en todas las profesiones
del mundo, siempre habrá una oveja negra, y en el mundo de la consultoría
política y electoral también las hay. Claro está, estas empresas van perdiendo
la credibilidad y al poco tiempo tienden a desaparecer. Los consultores serios,
que los hay, saben muy bien que aunque el contratante no le guste los
resultados que ésta le presente, siempre será mejor decirle la verdad.
Existen diversas formas de hacer encuestas, y sobre todo en
función del objetivo buscado. Las encuestas que buscan conocer y saber cuál es
la situación del mercado electoral, las creencias de los votantes, a través de
qué medios de información se enteran los electores de lo que pasa, cuales son
los principales problemas de los que se queja la gente, en que zona geográfica
se está bien y en cual no, etc., son de vital importancia para los estrategas
de la campaña. No hacer las encuestas es ir a la contienda electoral a ciegas,
es como tratar de pilotar un avión en medio de una tormenta, sin instrumentos
de vuelo, solo volando visualmente.
Ahora bien, las encuestas hechas para medir la intención del
voto, en efecto son las más complicadas de realizar e interpretar. Son solo una
fotografía de un instante en la campaña.
Las opiniones de las personas no son unidades cuantificables
ni medibles. Las opiniones están cambiando a cada momento, y no dependen de la
lógica ni de la razón, a veces dependen más de acontecimientos inesperados,
fortuitos. Existen muchos ejemplos en los que una tragedia, un atentado
terrorista puede cambiar radicalmente la opinión de los electores, solo recodar
el acto terrorista del 11 M en Madrid, ilustra esta observación.
Una encuesta que vaticina el triunfo de un candidato se puede
equivocar de cabo a rabo, por un error de ese candidato. Al final puede ganar
aquel candidato que cometa menos errores.
Las encuestas de opinión son como un bisturí, en manos de un
cirujano dan la salud, en manos de un loco puede ser un arma mortal. La ciencia
de la demoscopia no deja de ser ciencia porque algunos bribones se aprovechen
de la buena voluntad de la gente; y así lo demuestran muchos ejemplos en los
que aquellos candidatos, que le hicieron caso a sus asesores, y a lo que le decían
las encuestas, ganaron su elección.
La historia avala esta
aseveración. Las primeras encuestas modernas en el mundo las hizo el psicólogo,
George Horatio Gallup, en
1932, cuando quiso congraciarse con su suegra, la Sra. Miller, quien aspiraba a
un cargo electivo en el Estado de Iowa, EEUU. Finalmente, el año decisivo fue 1935, en el mes
de julio, que Mr. Elmo Roper, comenzó a publicar de forma regular sondeos de opinión
en la revista “Fortune”.
En conclusión, y dada la mala fama ganada por las
encuestadoras por culpa de esas ovejas negras, toca reconocer que hoy por hoy,
casi es necesario preguntar:
¿Si las elecciones fueran hoy? ¿Cuál encuestadora ganaría…?
Eduardo Guerra B
Analista político y representante en España de la
empresa Estudio y Organización Eugenio Escuela.
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